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Las motos: el medio de transporte ganador en la pandemia

16 de diciembre de 2020
kawasaki 10

Durante los últimos 80 años, las motocicletas en Colombia han sufrido grandes cambios en la manera como son percibidas por la sociedad. Unos las aman, otros las odian, unos les temen, otros las respetan, unos sueñan con tener una, otros jamás permitirían que un ser querido usara uno de estos artefactos de dos ruedas con motor; lo que realmente no podemos negar es que las motocicletas han llegado a Colombia para quedarse.

En los últimos 15 años hemos visto el crecimiento que ha tenido la industria de motos, superando – desde hace varios años ya – a la venta de carros en el país. Hoy en día la venta de motos crece más rápido que la venta de carros, y de acuerdo con cifras del RUNT y estimaciones de la Andi, se calcula en Colombia un parque automotor cercano a los 14 millones de vehículos, donde las motos representan cerca del 60% y los carros, camionetas y camperos alrededor del 40%. Este gran crecimiento en la venta de motos se ha dado, entre otros factores, como consecuencia de sus precios accesibles, sus bajos costos de mantenimiento, el ahorro en tiempos de desplazamiento y a algunas ineficiencias del transporte público (altas congestiones, falta de cobertura en algunas zonas y horarios limitados). Con una motocicleta ahorras tiempo de desplazamiento – teniendo más tiempo para ti y tu familia-, con costos muy bajos de adquisición y mantenimiento, y puedes desplazarte en el momento que lo desees. Suena bastante conveniente, ¿verdad?

Por otro lado, algunos de los principales argumentos en contra del uso de la motocicleta son: los niveles de accidentalidad y su mortalidad asociada. Revisemos ambos puntos y qué medidas se han venido tomando para mitigarlos.

Si bien es muy difícil poder atribuir a las especificaciones técnicas de las motos (tipos de freno, tipos de motor, tipos de llantas, etc.) el ser las principales causales de los accidentes en motocicleta, en vez de a un mal comportamiento por parte de los actores viales (no respetar las normas y señales de tránsito, abuzo de confianza, uso de celulares, etc.); las principales ensambladoras e importadores del país, han tomado cartas en el asunto y han venido aumentando paulatinamente la incorporación de mejoras en los sistemas de frenos, como el ABS (Sistema de Frenos Antibloqueo por sus siglas en inglés) a varios de sus modelos; estos elementos de seguridad cada vez son más comunes en Colombia, y ayudan a disminuir el riesgo de perder el control de la moto durante una frenada de emergencia, incluso en asfalto mojado.

Ya vimos que los fabricantes e importadores están incluyendo elementos que ayudan a disminuir la probabilidad de un accidente en moto. Pero ¿qué pasa si finalmente hay un accidente? ¿Cómo se ayuda a disminuir la fatalidad de estos? Para esto el gobierno nacional, el pasado 20 de marzo de 2020, sacó una nueva norma que aumenta los controles y certificados internacionales que deberá tener cada uno de los cascos que ingresan al país. Esta nueva norma vigila a los importadores y comercializadores de cascos, más no es punitiva al usuario final; es decir, el gobierno ha comenzado a controlar la calidad de los cascos desde que éstos ingresan al país, desde su fuente. Cada nuevo casco que ingrese al país deberá contar con todos los certificados internacionales vigentes, así como pruebas de laboratorio emitidas por una entidad competente. Según cifras de la OMS (Organización Mundial de la Salud) el uso de un casco certificado por normas internacionales puede disminuir la posibilidad de muerte hasta en un 39% y de lesiones craneoencefálicas hasta en un 72%. Desafortunadamente en Colombia es fácil ver muchos motociclistas que tienen un celular que cuesta hasta 10 -o más veces- de lo que cuesta su casco. Es cuestión de prioridades.

Como vemos, tanto el gobierno como los importadores y fabricantes de motos, están trabajando en conjunto para ayudar a disminuir las cifras de accidentalidad en este tipo de vehículos y su fatalidad asociada. Sin embargo, recordemos que las motos sólo son un vehículo, un medio de transporte; depende en gran medida de cada uno de los motociclistas de hacerlo un medio de transporte seguro, o inseguro. Las motocicletas en sí no son malas, lo son algunos motociclistas irresponsables quienes se han encargado de crear este mal estigma para quienes nos movilizamos en moto día a día.

Y entonces ¿qué opciones de movilidad nos esperan en época de pandemia? ¿Son las motos una plaga en nuestras ciudades, o una de las mejores opciones para desplazarnos manteniendo la distancia social? Si revisamos las recomendaciones que han hecho los organismos de salud locales e internacionales para prevenir el contagio, dentro de las principales medidas se encuentra evitar aglomeraciones, mantener la distancia social recomendada (mínimo de 1mt entre persona y persona), evitar pasar mucho tiempo con personas cerca, preferir lugares ventilados, entre otras. Si lo pensamos bien el transporte público no va a ser una opción muy indicada. Por el contrario, y siendo completamente objetivos, las motocicletas son un medio de transporte idóneo para cumplir con estas recomendaciones, ya que las personas se pueden transportar solas (si así lo desean), se debe usar un casco mientras la conduzco (en muchos casos protegidos por un visor), muchos motociclistas usan guantes, y te permiten estar en un ambiente en el cual el aire está circulando permanentemente y evitas las aglomeraciones.

Además, asumiendo (aún no sabemos realmente cuál va a ser la capacidad máxima permitida) que los sistemas de transporte masivo podrán operar a una capacidad del 50%, sólo en Bogotá se estarían quedando – al día – cerca 1.2 millones de personas sin acceso al sistema Transmilenio, y en Medellín unas 500.000 por fuera del sistema Metro.  Sólo en estas 2 ciudades estaríamos hablando que cerca de 1,7 millones de personas que cada día necesitarán encontrar una fuente alterna de movilidad ya que no podrán ingresar al sistema. Y teniendo en cuenta los beneficios listados anteriormente, las motocicletas van a jugar un papel muy importante para ayudar a la movilidad de los colombianos durante, y después de la cuarentena.

Obviamente en una ciudad como Bogotá, donde la topografía, el clima y la cantidad de kilómetros de ciclorrutas disponibles juegan a favor del uso también de las bicicletas, éstas también serán otra gran alternativa de movilidad para evitar el contagio y tener una movilidad segura en la época de pandemia. Sin embargo, por el clima y la topografía las bicicletas no serían una opción tan atractiva en otras ciudades donde las temperaturas están cercanas a los 30°C o la topografía no es tan plana como la de la capital.

Otro punto a favor de las motos es que ya muchas marcas traen al país motos con tecnología Euro 3 o Euro 4, la cual ayuda notablemente a la reducción de emisiones y gases contaminantes, poniendo un granito de arena para mejorar la calidad del aire que respiramos. O hay motos 100% eléctricas, las cuales son vehículos muy limpios con el ambiente.

Entonces si nunca habías considerado las motos como una opción de transporte, te invito a que evalúes las diferentes ofertas que hay en el mercado, hay motos para todos los gustos y presupuestos, al tiempo que te ayuda a cumplir con el distanciamiento social, tan importante para prevenir el contagio en época de pandemia.

Veamos cómo ha cambiado la percepción de las motos en Colombia en los últimos 100 años. Se estima que las primeras motocicletas llegaron a Colombia entre los años 1920’s-1930’s, y causaron gran revuelo y sensación por su sonido, y su similitud en su forma de conducción respecto a cómo se montaba a caballo y su sensación de libertad al sentir el viento golpeando tu rostro. Entre 1940’s y 1970’s luego de la etapa de asombro y adaptación, llegaron al país las marcas japonesas y las motocicletas se convirtieron en una opción de movilidad personal para los colombianos, siendo muy apetecidas especialmente entre los jóvenes, quienes con una suma razonable de dinero podían acceder a un transporte privado individual para sus desplazamientos diarios, algunos más aventureros salieron a recorrer el país en ellas, y los más osados comenzaron a hacer competencias locales. Luego, entre 1980’s y 1990’s, las motocicletas en Colombia fueron estigmatizados por el uso que le daban los delincuentes y narcotraficantes para cometer sus fechorías, en esa época quién tuviera una moto, era estigmatizado como un sicario o un ladrón, ya que “las personas de bien no se movilizan en motocicleta” – era el adagio popular en ese entonces. A comienzos de los 2000, la oferta de marcas en Colombia crecía sin límite, haciendo de las motos un vehículo cada vez más accesible para los Colombianos, y fue allí cuando muchos colombianos comenzaron a ver la moto, no sólo como un medio de transporte, sino como una herramienta de trabajo.

 

Con información de Revista empresarial

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